Emily in Paris, Lily Collins, Emily Cooper, Fashion, Moda, París


Por: Luisa Peña

Un deep dive a los looks del personaje de Lily Collins, Emily Cooper, en Emily in Paris. #BANGFashion



Tenemos que hablar, creo que a Emily Cooper le falta  un “Je ne sais quoi,” ¡Oops! Lo dije.

No me malinterpreten, no es la ropa en sí, porque obviamente hay piezas brutales que me encantaría tenerlas en mi closet. Desde el look inspirado en Audrey Hepburn en el cual lleva un Little Black Dress de Christian Siriano, zapatos Christian Louboutin y un bolso Rosantica; o el vestido blanco de Stéphanie Rolland, ¡son un sueño! También no podemos dejar pasar la chamarra oversized Chanel en color verde que feliz me pondría con unos jeans. 

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Es más bien la forma en cómo construye y combina las prendas lo que hace de sus looks una propuesta too much, casi caricaturesca; una víctima de moda hecha y derecha. Pareciera que es apropósito, quizás para que los admiradores de la serie de Netflix podamos notar la diferencia entre la chica Americana que le urge encajar y ser aceptada por sus colegas franceses, en contraste con la elegancia natural y sofisticada de los nativos del lugar, como es el caso del personaje de Silvie.  Una mujer parisina en sus cincuentas, con toda la onda del mundo que ya quisieran muchas “It girls”, tener su estilo.

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Me recuerda a la gente que se disfraza de fashionistas cuando van a Fashion Week para impresionar, quién quita y pega el chicle y les sacan unas fotos para la portada de “Who Knows”.

A ver, no estamos hablando de si nos gusta o no la trama porque aun cuando hay quienes opinan que carece de sustancia, hay otros que piensan lo contrario. ¡Cada quién! Independientemente de que si es justo o no que haya sido nominada por los Golden Globes, creo que lo que nos tiene a todos pegados a la pantalla es la ilusión que nos da la idea tan aspiracional de cómo una chica común y corriente de Chicago, de pronto está viviendo su sueño lejos de sus orígenes, costumbres y limitaciones. Sola, experimentando y descubriéndose a sí misma; sumergida en el mundo parisino, como en su momento lo han hecho ilustres artistas, escritores, novelistas y poetas como Chagall, Pablo Picasso, el muralista Rufino Tamayo o Ernest Hemingway, entre muchos más.

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Perdida entre las calles, puentes y jardines en donde los siglos de historia se mantienen congelados, la vemos disfrutando de su comida y visitando los emblemáticos cafés. Sin embargo, hay que decir que cualquiera que ame la moda podría sentirse un poco intimidado por París. Después de todo es La Ciudad de la Luz, misma que dio a luz a lo que hoy se conoce como la industria de la moda. Sede del Haute Couture, en donde cada temporada las grandes casas de lujo, como Coco Chanel, Yves Saint Laurent o Christian Dior presentan sus colecciones al mundo.

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Lo cierto es que nos fascina ver prendas de todos colores, estampados y formas; especialmente después de haber vivido en pijamas, chanclas y despeinados por meses a consecuencia del confinamiento covidiano. Emily in Paris nos ha devuelto el color y la ilusión, ¡Así que bravo, chica!

Ahora; la neta es que cada vez que la veo, toda ella producida me da algo. Allow me to explain: No hablo desde la ignorancia o desconocimiento de causa, escondida tras las cortinas de las redes sociales que tan a menudo nos permiten echar odio y vomitar cualquier cantidad de palabras huecas solo por que sí. Para alguien que ha trabajado en la industria de moda como stylist, construyendo outfits para campañas publicitarias, personajes de televisión o celebridades, ver estos looks es un dolor de retina.

 

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Ahí les va, lo primero es que su imagen se aleja por completo de lo que para una mujer parisina significa ser “chic”. Las francesas tienden a  invertir en piezas clásicas y atemporales, pueden ser super caras pero no necesariamente lo anuncian. Un buen bolso, un blazer, un trench coat, un par de super botas y sneakers. Gustan de poco maquillaje y peinados desenfadados, Au naturel. Pensemos en Caroline de Maigret, Joséphine de la Baume y Camille Charrière por ejemplo, que dominan el “Effortless Beauty mientras que la Srta. Cooper, no deja nada al natural y lleva unos rizos demasiado estructurados y lipstick en tonos rojizos. ¿En dónde quedó el elemento imperfecto?

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Segundo, desde el punto de vista styling, las prendas tienen mucho jugo pero el ensamble es lo que lo hace un poco kitsch”. Cuando haces estilismo es un agasajo poder volarte la cabeza y jugar, haciendo combinaciones inesperadas. Gucci, por ejemplo, lleva un rato haciéndolo magistralmente.  En lo personal, es lo que más me gusta, hacer esas combinaciones y mezclas de estampados y colores que uno pensaría que no se verán bien pero de alguna forma, casi mágicamente se logra armonía sin dejar de ser inesperado. ¿Entonces qué pasa con nuestra chica americana? Quizás algunos looks pudieran salvarse si siguiéramos el consejo de Coco Chanel, “Antes de salir de casa, vete en el espejo y quítale algo a tu look”. Sin los guantes que sí, ya sé que son lindos, pero también absurdos. Sin él bucket hat, sin la banda en la cabeza, las boinas, ó sin las botas de caña alta en color rosa. ¡Please No!. El diagnóstico: exceso de elementos y abuso de accesorios.

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Ahora bien, estoy segura que Patricia Field, la mente maestra detrás de la imagen de nuestra protagonista, también creadora del look de la icónica Carrie Bradshaw de Sex and the City, The Devil Wears Prada y Gossip Girl, sabe muy bien lo que hace. ¡Provocar y cuestionar nuestra percepción de estilo! No hay que olvidar, que cuando Carrie salía por primera vez con sus looks disfuncionales todos pensábamos que estaba loca y que eso no iba para nada. Años más tarde, se convirtió en la tendencia más rompedora, influenciando el estilismo editorial a su máximo. Veremos qué pasa en un par de años, por lo pronto yo hoy, no soy fan.

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Lo que sí es un hecho es que cuando se trata de moda, hay que saber divertirse, experimentar y dejar que la imaginación nos ayude a interpretar nuestro lado lúdico. Y como dice Patricia, ponerte las cosas que tienes en tu closet como nunca antes lo habías hecho y si te encuentras pensando; estas prendas no van juntas, estás en el camino correcto.

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